El sodio es indispensable para la vida, sin embargo nuestro organismo sólo necesita pequeñas cantidades de este mineral. El consumo excesivo es un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, renales y obesidad, las cuales afectan a la población en general.
Según los resultados de la encuesta sobre enfermedades crónicas no transmisibles, los argentinos consumimos en promedio entre 11 y 12 gramos de sal al día por persona, valores muy por encima de las sugerencias dadas por los organismos internacionales.
En base a todos los antecedentes de diversos estudios, para la Organización Mundial de la Salud y la FAO, en una población que no presenta patologías, el consumo de sal debe ser de 5 gramos de sal al día.
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El sodio que vemos y el que no vemos
El sodio visible es aquel que por hábito agregamos a las comidas cuando utilizamos sal de mesa, tanto en la preparación y cocción como en el plato servido. El sodio invisible es el que se encuentra en los alimentos de por sí.
- Todos los alimentos, tanto naturales como procesados tienen sodio en su composición.
- Muchos alimentos envasados tienen sodio que se incorpora a través de aditivos que utiliza la industria, por lo cual no siempre proviene de la sal de mesa.
A la hora de leer los rótulos es importante conocer que existen diversas declaraciones según el contenido de sodio en los alimentos, a saber:
- Cuando un alimento dice ser “BAJO” significa que tendrá hasta un máximo de 120 mg de sodio en 100 g del producto.
- Si un alimento declara ser “MUY BAJO” tiene como máximo 40 mg de sodio en 100 g.
- Por último si el rótulo dice “NO CONTIENE” entonces estamos frente a un alimentos que sólo tiene hasta un máximo de 5 mg de sodio en 100 g.
Además, no debemos olvidarnos que algunos de los productos que existen en el mercado presentan una inscripción que dice “SIN ADICIÓN DE SAL”, lo que significa que no han sido elaborados con sal. No obstante el alimento puede contener sodio naturalmente.